martes, 23 de agosto de 2016

Luis Alberto Martínez Grandes Cantantes de Boleros



Luis Alberto Martínez


El bolero “Nuestro juramento” es el mayor éxito de Luis Alberto Martínez, uno de los intérpretes que, junto a Palmenia Pizarro y Ramón Aguilera, están entre las primeras figuras del repertorio popular formado por boleros y valses peruanos en Chile. Otros de sus éxitos son “Hoy se casa” y “Flores para mi madre”.









Dueño de lo que algunos medios calificaron como «la voz más triste de Chile», a Martínez también se le recuerda como el padre de la canción cebolla, pues fue su sentido estilo de interpretación el que patentó ese subgénero de canción romántica. Iniciado a la par que Ramón Aguilera en 1962, el cantante ha trabajado entre otros con el Trío Inspiración y Valentín Trujillo.












Llegada a Santiago



La primera juventud de Luis Alberto Martínez estuvo lejos, geográfica y biográficamente, de los centros disqueros del país. Fanático de la canción romántica, cuando se empleó como jefe de estación de Ollagüe, en pleno altiplano, aprovechaba los tiempos muertos en el trabajo para componer con su guitarra.







Sus primeros pasos ante público los dio en bares de Ollagüe, y los buenos resultados lo animaron a trasladarse a Santiago. Durante un tiempo, alternó su oficio de cantante durante la noche con un trabajo diurno de lavador de platos en una fuente de soda de calle Santa Rosa. 



Según un perfil biográfico publicado,el productor Luciano Galleguillos lo envió recomendado a Rubén Nouzeilles, entonces a cargo de la dirección artística de EMI. En su oficina, Martínez le cantó “Amigo de qué”, bolero popularizado por Julio Jaramillo. «Venga a grabar mañana», fue la respuesta del ejecutivo.







Grabó en esas primeras sesiones junto a Valentín Trujillo y Arturo Giolito. «Él tenía su conjunto con guitarras y nosotros le agregamos piano y percusión, siguiendo su línea típicamente popular, en su peculiar interpretación, su fraseo», recordaba Trujillo en la citada nota. «En las palabras fuertes, él aumentaba el volumen de voz y en aquellas que expresaban cariño era muy sutil. Más que cantar, él narraba las canciones»



El single “Amigo de qué” / “Cancioncita viajera” fue el fruto de esa primera sesión. En los siguientes dos meses grabaría otros diez temas. El timbre y estilo de Martínez probarían ser irresistibles para el público afín al bolero. 








Según Rubén Nouzeilles, «tenía lo que más cuesta encontrar en un artista popular, que es lo sencillamente bonito, lo que suena bien, lo que está bien interpretado».



Martínez resultaría clave en los inicios de la carrera de Palmenia Pizarro, a quien ayudó a grabar un demo para presentarlo en EMI y a la que llevó en una gira por todo el país. Su marca era reconocible por la sencilla disposición sobre el escenario, pero también por la intencional cercanía al público, opuesta a la escuela de glamour que comenzó por esos años a legitimar la televisión. 









Como explicaba Joaquín Riveros  «El reino de Martínez estaba en Chile, acotado en una corriente del bolero que hasta entonces monopolizaba el ecuatoriano Julio Jaramillo. Era lo que alguien elegamentemente llamó el bolero popular romántico, paralelo al romántico a secas, cuyo gran intérprete en Chile era por lejos Lucho Gatica. Si éste enamoraba a las mujeres con su voz pastosa y engolada, Luis Alberto Martínez las hacía llorar con un repertorio derechamente trágico».







La carga sentimental y dramática queda fuera de dudas al leer los títulos de su repertorio: “Flores para mi madre”, “Te vi pasar con otro”, “Calabozo de mis penas”, “Lágrimas de hombre”, “Angustia”, “Llorarás” y la exitosa “Hoy se casa”, todas compuestas por él mismo. Martínez fue un cantante popular y masivo, portada habitual de revistas como Romance y Ritmo.


Partida de Chile



Un viaje a Bolivia, en 1972, inició el período de alejamiento del cantante de Chile. Allí se casó y no volvió al país sino hasta principios de los años ochenta. Radicado desde entonces en Valparaíso, el intérprete se ha mantenido vinculado a espectáculos revisteriles, encuentros de boleristas y presentaciones en restaurantes de provincias; haciéndose cargo él mismo de la grabación, edición y venta de nuevos discos.

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