martes, 26 de julio de 2016

Grandes Cantantes Hispanos Los de Ramón


Los de Ramón


La figura de la “OEA chica” con que se conoció a este conjunto es mucho más que una anécdota de la historia. Los de Ramón fueron ciertamente el primer proyecto de investigación e interpretación de la música de folclórica latinoamericana que se tenga registro.



Los de Ramón



Una verdadera organización de estados americanos sintetizada en este núcleo familiar de músicos encabezados por Raúl de Ramón, y que de paso generó el impulso definitivo para cultores del folclor regional, indistintamente de si pertenecieron a las articulaciones del Neofolklore y la Nueva Canción Chilena. Si desde los años ’60 la música de raíz chilena llegó a buscar referentes en manifestaciones similares tras los Andes, Los de Ramón representan el punto cero.



Integrantes



Raúl de Ramón, voz, guitarra, guitarrón, bandurria (1956 – 1971).
María Eugenia Silva, voz, guitarra, charango, cuncuna (1956 – 1971).
Carlos Alberto de Ramón Silva, charango, cacharaina, cuatro (1963 – 1971).
Raúl de Ramón Silva, guitarra, acordeón, tambor (1965 – 1971).






El linaje del primer dúo


El conjunto se inició formalmente en 1956, como un dúo entre Raúl de Ramón  y su mujer, María Eugenia Silva . Las familias de ambos estaban ligadas a la vida de campo en Colchagua. 


Mientras el pequeño de Ramón se sumergía en el repertorio de tonadas campesinas con el modelo de Los Cuatro Huasos muy presente, Silva tenía un sólido backgrounden óperas italianas y zarzuelas españolas. Juntos interpretaban canciones de raíz folclórica en reuniones sociales privadas, las mismas que decidieron presentar formalmente como espectáculo en 1956, tras un viaje por Latinoamérica revelador para un joven Raúl de Ramón cuya profesión de arquitecto ya iba en retirada. 


La música sería su nuevo eje. Y María Eugenia Silva, quien había estudiado leyes, iba tras el proyecto con su reconocida voz.


De Ramón y Silva se configuraron como uno más de los dúos folclóricos activos desde los años ’30, como el Dúo Rey-Silva, el Dúo Leal-Del Campo o el Dúo Bascuñán-Riquelme. Ellos serían el Dúo de Ramón-Silva. Pero para entonces ya eran un matrimonio establecido, y en definitiva el medio los conoció simplemente como “los de Ramón”, nombre que terminaron por adoptar. Su primera actuación formal se registró en el Hotel Carrera. Luego otra aparición en Radio Minería les generó gran difusión.





Era un dúo de guitarras o instrumentalmente variable y abierto, que utilizaba la cuncuna (acordeón de botones) y el charango, ejecutado por María Eugenia Silva prácticamente diez años antes de que llegara a las manos de los principales cultores de la música andina en Chile.


Los de Ramón fueron únicos en su contexto, pues a mediados de los años ’50 ninguno de los conjuntos folclóricos chilenos tenía un repertorio abierto a la región americana, y eso quedó reflejado en su primer álbum, grabado para RCA Victor, Los de Ramón (1960). Allí interpretaron doce piezas folclóricas de todo el continente: “Señora María Rosa” (pasillo colombiano), “Florecita blanca” (tamborito panameño), “La nochera” (zamba argentina), “El marañón” (rumba cubana), “El negrito del Batey” (merengue dominicano), “La flor de la canela” (vals peruano) o “El sol y la luna” (cueca chilena) confirmaban la amplitud interpretativa del dúo, a la que habían accedido principalmente gracias a los viajes de estudio por el cono sur. 


Un par de años antes, la prensa nacional ya destacaba al grupo como “dominador del folklore de 20 países de América Latina” o los investía como el único conjunto “capaz de interpretar canciones típicas con instrumentos y trajes típicos de todas las regiones del continente”.



Arreo nostálgico



En 1961 editaron Fiesta venezolana junto al arpista venezolano Ernesto Torrealba, y en 1962 iniciaron una gira programada para diez días que se extendió por ocho meses y los llevó a actuar en Nueva York y Chicago. 


Los de Ramón ya tenían una categoría consular y se presentaban en los exclusivos espacios de clubes sociales, embajadas y hoteles, frente a un público en esencia culto: folclor para intelectuales y reconocidas personalidades. 


Su instrumental había crecido exponencialmente: de las dos guitarras iniciales, charango y cuncuna, ahora había un enorme arsenal. En un escenario común y corriente, Los de Ramón podían tener tiples, cuatros, bongóes, badolas, bandurrias, tumbas, kultrunes, guitarrones. No hay un total definido. Más de treinta instrumentos, treinta sonoridades para las canciones que interpretaban Raúl y María Eugenia.




En 1962 y 1963 aparecieron los discos Arreo en el viento (considerado por Ricardo García, del programa “Radiomanía”, como el mejor álbum de música chilena del año) y Nostalgia colchagüina. Por primera vez, Raúl de Ramón se aventuraba en la autoría de canciones de raíz. Su eje, esta vez, estaría en la zona central, en las aproximaciones de Santa Cruz, la tierra donde había vivido su niñez y juventud. 



De Ramón llegó a “crear” formas musicales a las que llamó “arreo”, “diálogo”, “galopito”. Él era motor creativo del repertorio; ella, la gracia y el magnetismo.



En 1963 apareció por primera vez la figura de Carlos Alberto de Ramón Silva , el primogénito de la familia, de apenas once años. 


Es el momento en que Raúl de Ramón preparaba una segunda etapa para su conjunto con la incorporación de sus hijos, con lo que en 1965 se transformaría en el cuarteto Los de Ramón: una familia completa, como de hecho las hubo siempre en el folclor chileno, aunque esta vez con el enorme beneplácito medial. 



El contexto los ubica junto a los nuevos conjuntos del Neofolclor, Los Cuatro Cuartos, Los de Las Condes, Las Cuatro Brujas, Los Cuatro de Chile, Los Huasos Quincheros, aunque ya hombres como Rolando Alarcón (de Cuncumén) y más tarde unos iniciados Inti-Illimani, asociados al movimiento de la Nueva Canción Chilena, recogen aprendizajes directos de Raúl de Ramón.



La proyección del nuevo cuarteto



Con los pequeños Carlos Alberto de Ramón Silva (de trece años) y Raúl de Ramón Silva , de… ¡siete! grabaron los discos Paisaje humano de Chile (1966) —donde aparecía la más célebre de las melodías de de Ramón,
“El curanto”—, Los de Ramón en familia (1967) y El arca de Los de Ramón (1968). Fueron sus últimos grandes momentos, antes de los acontecimientos que confluyeron en la disolución del conjunto: la separación de Raúl de Ramón y María Eugenia Silva, la expropiación del fundo de Chomedahue en 1970 y la instalación del restorán El Alero de Los de Ramón en 1971.





Los hijos habían crecido y ya no podían posponer por actuaciones sus estudios. Los padres se centraron en este nuevo punto de encuentro en lo alto de la comuna de Las Condes, y aunque se mantuvieron cantando informalmente en ese escenario, el fin del cuarteto estaba anunciado. Sólo algunas apariciones posteriores y muy intermitentes en programas como “Chilenazo” posibilitaron la rearticulación del grupo. De Ramón ya tenía un nuevo conjunto: Los Hidalgos.



El 19 de abril de 1984, víctima de complicaciones de una diabetes, falleció el patriarca y sepultó para siempre la posibilidad de reunión de Los de Ramón. El último estudio de investigación musical sobre la expriencia iniciática de De Ramón y su grupo folclórico fue realizado por el periodista Eugenio Rengifo (miembro histórico de Los Huasos de Algarrobal) y la historiadora Catalina Rengifo, en el libro titulado Los de Ramón. Un arreo en el viento.



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