miércoles, 15 de diciembre de 2010

El juicio a militares chilenos en Francia muestra que las heridas están abiertas

Violencia, humillaciones, intimidaciones: el proceso en París en ausencia contra ex militares chilenos escarba en la oscuridad de las salas de tortura del régimen e ilumina crudamente el martirio que vivieron los opositores a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). 

FRANCE-CHILE-JUSTICE-DICTATURE-TRIAL ... 
"La tortura era aplicada con el fin de obtener informaciones o de destruir la personalidad, destruir la persona que uno es íntimamente y obtener su control", relata Christian Van Yurick, al prestar testimonio en el juicio que se desarrolla en el Palacio de Justicia de París.

Más de 35 años después de los hechos, a Christian Van Yurick, ex miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile, le sigue siendo difícil relatar lo que sufrió durante semanas después de ser arrestado en junio de 1974.

Van Yurick llegó desde Suecia, donde reside, para testificar ante el tribunal de lo criminal de París que juzga en ausencia a 14 personas -doce militares y un civil chilenos y un militar argentino- por la desaparición de cuatro franceses o franco-chilenos bajo la dictadura pinochetista.

Con tono neutro, Van Yurick fue describiendo "el dolor físico y psíquico intenso" de la tortura, en sus múltiples formas: falta de alimentación, sueño interrumpido voluntariamente, ojos vendados para hacerle perder sus referencias, método de la "parrilla", que consiste en atar al detenido en un somier metálico para aplicarle electricidad, o el "submarino seco" con la cabeza del prisionero en un saco de plástico al tiempo que éste es apaleado. "Por momentos, la venda se soltaba y podía ver el rostro deformado de nuestros torturadores a través del plástico", recuerda Van Yurick.

Este hombre sufrió toda esta violencia en cada uno de los lugares de detención a los que fue llevado, pero quedó marcado por el de la calle "Londres 38", local de tortura en pleno centro de Santiago y a unos quinientos metros del Palacio de La Moneda, sede de la Presidencia. "Una dirección siniestra", comenta.
"La tortura era la esencia misma de Londres 38 (...), pues marcó una nueva etapa de la represión: era la primera casa clandestina de torturas, practicada hasta entonces sólo en los cuarteles, regimientos, comisarías", precisó Miguel Ángel Rebolledo, que también fue a dar su testimonio sobre lo que vivió entre esos muros.
Alphonse Chanfreau, uno de los cuatro franceses cuya desaparición es examinada por el tribunal de lo criminal, también estuvo detenido en Londres 38, antes de que se perdiera su rastro. "Sufrió todas esas torturas", afirmó Van Yurick, que lo "escuchó gritar".

Esos gritos también los escuchó la esposa de Alphonse Chanfreau. Detenida 24 horas después que su marido, militante del MIR, ella fue a reunirse con él en la casa de torturas. "Estaba allí para presionarlo", explicó al tribunal con voz emocionada. "Yo no estaba allí para ser interrogada, pero era torturada para que mi marido hablase. Era yo un instrumento de tortura como cualquier otro", dijo. Pero no quiso detallar la violencia que sufrió y dejó al presidente del tribunal leer sus declaraciones previas.
Es difícil "expresar lo indecible", había subrayado el lunes otro testigo, Isabelle Ropert, respecto a las torturas sufridas por su familia.

En nombre de los que ya no pueden hablar o no pueden encontrar las palabras, el CODEPU, asociación chilena de defensa de los derechos humanos, lucha desde hace veinte años por el reconocimiento de los crímenes de la dictadura de Pinochet. "La tortura fue un elemento sistemático, organizado de la dictadura militar. Se torturó por todas partes", recordó Viviana Uribe, una de las responsables de la asociación.
"La tortura fue una realidad del primer al último minuto de la dictadura", de 1973 a 1990, insistió el abogado chileno Roberto Garretón.
El proceso durará hasta el viernes.

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