lunes, 23 de marzo de 2009

«Pocos políticos han tenido la nobleza de Salvador Allende»

Luisgé Martín publica 'Las manos cortadas', una novela sobre la figura del presidente chileno

«Pocos políticos han tenido la nobleza de Salvador Allende»
Luisgé Martín./ IGNACIO PÉREZ

Si alguna vez se encontrara un cadáver en una habitación, Luisgé Martín (Madrid, 1962) tendría muy claro lo que hacer: «Saltaría por la ventana». Desaparecería rápidamente. Sabiendo eso, es normal que, al elegirse a sí mismo como personaje de su última novela, haya optado por regalarse una figura «a lo Indiana Jones». «Yo soy un cobarde indómito y aquí me convierto en alguien con un poco de valor», sonríe al hablar del otro Luisgé, el que en 'Las manos cortadas' (Alfaguara) recorre Chile en busca de la verdad sobre Salvador Allende.
Hacer de sí mismo un personaje literario -«la autoficción está de moda»- le permitía equivocarse «con un país y una historia que no son los míos. Mi mirada es la mía y nadie puede decirme nada», explica. Así puede atreverse también con una figura legendaria, la de Allende. «Empecé la novela teniendo respeto por él y la he acabado sintiendo admiración. Hay pocos políticos que hayan tenido la nobleza y la entrega para cumplir con sus valores y su programa de reformas con el objetivo de hacer el mundo un poquitito más justo y habitable».
Más ventajas de protagonizar estas 464 páginas: estirar su personalidad hasta el ridículo. «Esas pequeñas burlas de mí mismo, de esa ambición literaria desmedida», dice sobre un personaje que, a sabiendas del riesgo e incluso del delito, continúa adelante con su investigación pensando solamente en la gloria literaria que vendrá. Y la autoficción facilita saltar de género en género, de la aventura al 'thriller' y a las pinceladas históricas, con una saga familiar de por medio.
Todo para poner ante el lector una realidad muy distinta de la que fue. Una en la que el presidente Salvador Allende podría haber estado pensando en construir un campo de concentración para librarse de sus enemigos antes de que lo hicieran ellos. Una idea que es un shock para muchos. «La correctora chilena dijo que se le habían removido las tripas. Ese efecto lo tomo como un halago, claro. Si consigo que un chileno razonable sienta un poco de repulsión por Allende, he hecho los deberes bien», asegura.

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