Vicentico Valdés Valdés. Popular cantante cubano de extensa carrera, intérprete emblemático del bolero.
Vicente Valdés nació en la barriada de Cayo Hueso, La Habana, el 10 de enero de 1921. Hermano menor de Alfredito Valdés (1908–1988), versátil cantante que actuó con numerosos grupos de sones, conjuntos y orquestas en Cuba hasta que, hacia 1940, se radicó fuera de Cuba –fundamentalmente en Nueva York y México– donde continuó su carrera artística.
Otros dos hermanos de Vicente, Marcelino y Oscar, se destacaron como percusionistas, y éste último, también como cantante en el grupo Irakere.
En 1937, recomendado por Alfredo, Vicentico cantó por un corto tiempo con el Segundo Septeto Nacional, agrupación que se había fundado para compartir los múltiples compromisos artísticos que recibía por esa época el renombrado Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro. Integró también el sexteto de sones Jabón Candado. Más tarde, sustituyó a Alfredo como cantante en la orquesta de Cheo Belén Puig, una de las más famosas agrupaciones cubanas del formato charanga.
Con posterioridad, integró la orquesta Cosmopolita, de formato jazz band, dirigida por Vicente Viana y luego por el pianista y compositor Humberto Suárez. Formó parte, con Marcelino Guerra Rapindey y Cristóbal Dobal, entre otros, del sexteto Los Leones.
A mediados de la década de 1940, ante la difícil situación económica que vivía Cuba tras la II Guerra Mundial, Vicentico, al igual que otros muchos artistas cubanos de la época, marchó a México para explorar nuevos horizontes para su trabajo en la música.
En la capital mexicana actuó con el conjunto Tropical de Humberto Cané, y las orquestas de Arturo Núñez, Rafael de Paz y Chucho Rodríguez, con las que más tarde grabó Benny Moré. Por esos años recibió sus primeras ovaciones en el escenario del Follies.
En México, entre 1946 y 1947, realizó para la firma Peerless grabaciones discográficas, respaldado por las orquestas del mexicano Rafael de Paz y el cubano Absalón Pérez. El repertorio escogido para estos discos estaba integrado casi en su totalidad por guarachas, afros y sones montunos, que había popularizado en Cuba Orlando Guerra Cascarita con la Orquesta Casino de la Playa.
Vicentico fue contratado como cantante de la agrupación musical del pianista boricua Noro Morales en Nueva York a finales de 1947. En esa ciudad hizo en el Teatro Hispano una exitosa temporada que, al decir de las crónicas de la época, lo “consagró en el gusto de la comunidad latina”. También se presentó en los teatros Million Dollars, Park Plaza y Puerto Rico.
En 1948 ingresó como cantante, junto con su hermano Alfredo, en la orquesta de Tito Puente. Con Puente grabó sus primeros boleros (entre ellos "Quiéreme y verás", de José Antonio Méndez) para la firma Seeco. Hasta ese momento había sido utilizado fundamentalmente como intérprete de números movidos. Con Tito Puente realizó numerosas grabaciones a lo largo de su carrera.
En 1953 la casa discográfica Seeco propició la realización de un grupo de grabaciones con la Sonora Matancera, las cuales tuvieron gran repercusión en Cuba, donde apenas era conocido, y en otros países caribeños. Entre las piezas grabadas en La Habana en noviembre de ese año aparecen dos boleros ("Una aventura", de Elisa Chiquitica Méndez y "Decídete mi amor", de José Antonio Méndez), género en el cual consiguió los mayores triunfos de su carrera.
Al año siguiente, en Nueva York, Vicentico Valdés organizó su propia orquesta, con la cual se presentó, entre otros salones, en el famoso Palladium Balroom –por entonces llamado “la Meca de la música latina” – en bailes de fines de semana junto a las agrupaciones más populares del momento, como las del boricua Tito Rodríguez y la del cubano Machito (Machito y sus Afro-Cubans).
En la década de 1950 actuó en Buenos Aires, Argentina, donde lo nombraron “El Gardel cubano”, y en México, país en el cual sus grabaciones alcanzaron altos niveles de venta. Por esos años un locutor de radio lo bautizó “la voz elástica de la canción”.
En 1957 participó en La Habana en una reunión gigantesca organizada por Gaspar Pumarejo a la que asistieron músicos y cantantes cubanos que actuaban en el extranjero, como Miguelito Valdés, Zenaida Manfugás, Antonio Machín, entre muchos otros.
En diciembre de 1958, en los estudios de Radio Progreso, respaldado por la Sonora Matancera, grabó un disco de larga duración de boleros que lo afianzaron como solista del género sentimental. Esa placa contiene uno de sus grandes éxitos: "Los aretes de la luna", de José Dolores Quiñones, que se convirtió en su carta de presentación ante auditorios de muchos países.
Junto con canciones europeas y norteamericanas con letra en español en sus discos de esas décadas se encuentran, indistintamente, un shake de Juan Formell ("De mis recuerdos"), un bolero del estilo feeling ("Llora", de Marta Valdés), junto a baladas de moda como "Acompáñame", de Augusto Alguero; o "La felicidad", de Palito Ortega.
En su estilo, un tango como "El último café" (Stamponi-Castillo), una guarania como "Mis noches sin ti", o un vals peruano, como "Amarraditos", alcanzaron públicos hasta entonces insospechados.
Hizo grabaciones con respaldo de mariachis, orquestas de cuerdas, combos y grupos típicos de varios países sudamericanos. Realizó giras por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela, México, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Panamá, España y Francia.
En la década de 1980 inició una fructuosa colaboración artística con la orquesta del músico boricua Bobby Valentín que produjo varios discos en los cuales reeditó muchos de sus exitosos números de antaño junto a nuevas composiciones con arreglos orquestales y dirección musical de Mandy Vizoso.
Vicentico Valdés falleció en la ciudad de Nueva York el 26 de junio de 1995.
A lo largo de su carrera grabó cerca de medio centenar de álbumes de larga duración, algunos de ellos reproducidos en años recientes en disco compacto. Curiosamente, apenas se reeditan en disco compacto sus guarachas, montunos y mambos, pero sí sus boleros y canciones.
Durante muchos años, hasta fecha reciente, la emisora de radio habanera COCO-CMCK El periódico del aire, mantuvo en su programación un espacio diario de media hora con sus grabaciones, en el que se presentaba, sobre todo, su repertorio de carácter romántico y tenía como tema de presentación "Los aretes de la luna".