Manolo Otero ha fallecido a los 63 años de edad víctima de un cáncer hepático en Brasil. Con su muerte, el mundo de la canción dice adiós a un hombre cuya biografía está plagada de éxitos.
El artista, que conquistó cantando entre susurros, alcanzó lo más alto con‘Todo el Tiempo del Mundo’, su primer disco, que le catapultó a la fama.
Nacido en 1942, sus padres, un cantante de ópera y una actriz, le animaron para que comenzara, con 14 años, a dar clases de canto. Gracias a su madrina, una reputada profesora de piano y directora de la coral filarmónica de Madrid, Manolo Otero logró sus característicos susurros con los que, tiempo después conquistaría al gran público.
‘María no más’, ‘Vuelvo a ti’, ‘Qué he de hacer para olvidarte’, ‘Te he querido tanto' o ‘Bella mujer’, son algunos de los temas con los que se hizo famoso en 1974, cuando logró publicar su primer álbum. En aquel entonces, su biografía contaba ya su matrimonio con la artista María José Cantudo, con la que tuvo a su hijo Manuel.
Aunque separado de la ‘vedette’ desde 1978, Manolo Otero decidió colaborar con ella en ‘Doña Mariquita de mi corazón’, una obra musical cuya representación en elTeatro Calderón de Madrid en 1985 fue todo un éxito. Un trabajo al que habían precedido otros muchos igualmente destacables en su biografía.
Entre ellos, su papel de galán en la compañía de José Tamayo, con la que recorrió gran parte de España con títulos que iban desde ‘Tartufo’ de Molière a ‘La Molinera de Arcos’, de Ruiz de Alarcón.
Conocido más sus dotes musicales, colaboró estrechamente con el entonces ídolo de masas Camilo Sesto, Manolo Otero decidió retirarse años después a Sao Paulo, donde vivía en la actualidad con su mujer y donde había cosechado algunos discos de Oro y Platino. Inmerso en labores de representación, el cantante tenía incluso previsto una gira de conciertos por Latinoamérica, una revisión rutinaria alertó de la gravedad de su estado de salud.
Con un pronóstico de vida de tan sólo 30 días, Manolo Otero perdía una rápida batalla contra el cáncer que pone punto y final a su exitosa carrera profesional.
Su Discreta Vida En Brasil
Una vida lejos de los flashes y de los reflectores que le iluminaron casi toda la vida. Manolo Otero vivía discretamente, retirado en una casa de campo en Indaiatuba, a 80 kilómetros de São Paulo, rodeado por perros y papagayos. «Si pudiese tendría un zoológico», solía decir. Con el pasar del tiempo Manolo había decidido estar más cerca de los animales que de las personas, tanto que cambiaba la palabra «bestialidad» por «humanidad» para definir la crueldad de los hombres. «Los animales no son capaces de hacer las cosas que hacen los humanos», decía.
Rodeado por cuatro perros, pájaros y aves exóticas, Otero tenía una predilección por su loro Guillermo, que al contrario que él, no soportaba a las mujeres, con excepción de su madre. El celoso Guillermo cantaba el himno del Real Madrid y le llenaba de orgullo cuando recibía visitas.
Desde esa casa, a la que llegó en el año 2001, Otero sólo salía para ir a Madrid, a encontrar a su hijo Manolo y a su madre, que falleció en diciembre, y para cantar en giras por Sudamérica y por el interior de Brasil marcadas por su esposa y agente, la brasileña Celeste Ferreira, muchas veces benéficas. «Vivo más en aeropuertos y aviones», bromeaba. Por donde pasaba, delgado, elegante y seductor, Manolo Otero arrancaba aplausos entre un público de nostálgicos de sus antiguos éxitos.
«Era muy carismático, a veces incluso si estaba con gripe o cansado, recibía a mucha gente que quería una foto o un autógrafo», comenta el músico brasileño Felipe Ávila, que lo recuerda también como un gran jugador de ajedrez y un admirador cautivo de Elvis Presley.
Los otros deleites de Manolo en Brasil eran la lectura y los puros, que sólo podían ser Cohiba, Montecristo y los Álvaro, de Canarias. «La buena vida depende de un café, una copa y un puro», era su lema. La muerte de Manolo Otero fue una sorpresa incluso para los brasileños. Muchos ni sabían que el cantante vivía en Brasil.