En aquel entonces, la historia de José Luis Monerótomó un nuevo empuje en el pentagrama popular. Producciones discográficas como "José Luis MoneróSings", "Doce canciones y un millón de recuerdos", "Una noche en el Escambrón" y otros son, al día de hoy, clásicos impostergables de la discografía caribeña.
Con apenas 17 años cumplidos, un tímido José Luis parecía entonces estar marcado por la suerte. Porque de manera sorprendente, sus oportunidades comenzaron a duplicarse con rapidez. Primero cantó en el Tapia. Luego pasó a la lujosa y exclusiva hospedería del Hotel Condado Vanderbilt. Y de ahí en adelante su nombre comenzó a ganar popularidad con orquestas como la de Luis Morales, La Tropicana y y Pepito Torres su inolvidable Siboney.
En aquel entonces, la historia de José Luis Moneró tomó un nuevo empuje en el pentagrama popular.
Producciones discográficas como "José Luis Moneró Sings", "Doce canciones y un millón de recuerdos", "Una noche en el Escambrón" y otros son, al día de hoy, clásicos impostergables de la discografía caribeña.
En medio de toda su fama, la década de 1960 le vio combatir una de sus más importantes batallas: la guerra contra el alcoholismo. Moneró, voz perfecta para la bohemia que en su niñez se nutrió de ejemplos cercanos en torno a la bebida, vio su vida sobreponerse a la adversidad. Y en 1964, en una batalla decisiva en la que los galenos lo desahuciaban, se aferró a unos versículos de la Biblia que cuando niño le leía su abuela, y hasta su último día jamás volvió a probar un sorbo de alcohol. Y la vida, con esa segunda brisa de oportunidad, le siguió sonriendo desde entonces.