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domingo, 31 de julio de 2016

Daniel Santos Grandes Cantantes de Boleros

Cantante y compositor puertorriqueño. Conocido por los sobrenombres de El Inquieto Anacobero y El Jefe, Daniel Santos está considerado el intérprete puertorriqueño de canciones latinoamericanas (en géneros comom la guaracha, la pachanga o el bolero) más importante del siglo XX. Su voz triunfó en toda Latinoamérica junto a grupos musicales legendarios como el Cuarteto de Pedro Flores y la Sonora Matancera.



Los 'Danielistas' son seres de este mundo que admiran y honran la memoria del inolvidable Inquieto Anacobero, Daniel Santos.





Hijo de un modesto carpintero y una costurera, tuvo que trabajar desde muy joven como limpiabotas para contribuir al sustento familiar; como otros tantos puertorriqueños, emigró junto a sus padres y hermanos a Nueva York a finales de la década de 1920. Con tan sólo catorce años decidió independizarse y comenzó a ganarse la vida como integrante de diversas formaciones musicales, dedicadas a amenizar fiestas y celebraciones.











Durante los años treinta formó parte del Trío Lírico y el Conjunto Yumurí, y actuó en locales de moda como el Borinquen Social Club, Los Chilenos y el Cuban Casino; en este último conoció a Pedro Flores, un hecho crucial en su carrera, ya que el compositor quedó maravillado por su voz y lo reclutó para su célebre cuarteto.





En los primeros años cuarenta alcanzó la fama interpretando algunos de los mejores temas del maestro Flores, como Irresistible, El último adiós, Prisionero del mar, Guaracha amorosa, y sobre todo Despedida, canción archipopular durante esta época que le abrió las puertas del mercado norteamericano. En 1941 fue elegido por Xavier Cugat para sustituir al cantante Miguelito Valdés al frente de su orquesta, pero nada más unirse al grupo debió abandonarlo al ser llamado a filas por el ejército estadounidense.









En 1946, cuando se encontraba en Cuba, fue presentado por el también puertorriqueño Bobby Capó al dueño de la emisora de radio RHC Cadena Azul, Amado Trinidad, que le contrató para un programa titulado Bodas de Plata Portagás; a partir de entonces su fama no hizo más que aumentar en la isla caribeña, donde ya era conocido como el Anacobero, en referencia al tema con el que solía hacer su presentación.








Tras trabajar una temporada para la Cadena Radial Suaritos, fue contratado por Radio Progreso como vocalista del conjunto la Sonora Matancera; este feliz encuentro lanzó inesperadamente su carrera artística hacia el estrellato, de forma que se convirtieron en el grupo musical latino más famoso y escuchado de toda Hispanoamérica, con especial éxito en la República Dominicana, México, Colombia,Chile y Venezuela.








Entre los temas más emblemáticos cantados por la inconfundible voz de Santos y la Sonora Matancera se encuentran Dos Gardenias, de Isolina Carrillo; Obsesión, de Pedro Flores; Bello Mar y El columpio de la vida, compuesta por él mismo, y Noche de Ronda, de Agustín Lara. En los años cincuenta pasaron a actuar para la cadena CMQ, la más importante de Cuba.






En 1957 compuso en honor a Fidel Castro, a quien admiraba, la canción Sierra Maestra, que posteriormente se convirtió en himno de la revolución castrista; paradójicamente, terminó por abandonar Cuba poco tiempo después de la implantación del régimen comunista, y ya no regresó nunca a la isla que le vio triunfar.






De talante rebelde e independiente, Daniel Santos profesó la ideología nacionalista de Pedro Albizu Campos, contraria al dominio norteamericano sobre su país, lo que plasmó en varias canciones de protesta (Amnistía, Los Patriotas, etc). Llevó una vida nada ejemplar, y su conocida afición por el alcohol y las mujeres le costó varios encarcelamientos; tuvo doce hijos y llegó a contraer matrimonio en más de diez ocasiones.








Su figura, grandiosa a la vez que controvertida, fue tema principal de las obras de varios escritores compatriotas suyos: La importancia de llamarse Daniel Santos, de Luis Rafael Sánchez; El Inquieto Anacabero, de Salvador Garmendia; Vengo a decirle adiós a los muchachos, de José Antonio Ramos; y fue mencionado por Gabriel García Márquez en Relato de un náufrago.