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A pesar de que el promedio nacional indica que dos jóvenes negros son asesinados por cada joven blanco, en algunos municipios la comparación es inadecuada. La mayor diferencia fue registrada en la ciudad de Río Verde, Goiânia, región norte brasileña, donde la posibilidad de que un adolescente negro sea muerto es cuarenta veces mayor que la del joven caucasiano.
La coordinadora nacional del Programa de Protección a Niños y Adolescentes Amenazados de Muerte, Márcia Soares, explicó que hay una conexión directa de las víctimas de la violencia con la clase social de la que forman parte.
“La mayoría de la población pobre es negra. El riesgo de que un negro sea abordado por la policía, debido a las herencias históricas y sociales del país, es mayor. Por lo tanto, el riesgo de morir en las manos policiales también es mayor. Son personas vulnerables a la violencia porque tienen poco poder adquisitivo, familias poco estructuradas, se encuentran fuera de las escuelas con mínima posibilidad de profesionalizarse.”
Según Márcia, hasta octubre será formada una comisión nacional para hacer evaluaciones locales sobre muerte de jóvenes. El objetivo es descubrir con mayor precisión lo que ocurre en los municipios más violentos del país.
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