Este lunes, el intento por llevar a la Presidenta Dilma Rousseff a juicio político avanzó en una comisión especial del congreso. En los próximos días habrá en la Cámara de Diputados de Brasil una votación decisiva, y de máximo suspenso, sobre su expulsión.
La comisión tenía la tarea de decidir si debían investigarse las acusaciones en contra de Rousseff y si se justificaba recomendarle el juicio político a la cámara baja. Durante la sesión, que se transmitió por televisión, los ánimos estaban encendidos y los diputados se gritaban unos a otros antes de la votación, que quedó en 38-27.
Esto deja a quienes apoyan a Rousseff en una posición difícil pues deben prepararse para dar la pelea en la cámara de diputados, donde esperan lograr que dos tercios de los 513 diputados voten en contra del juicio político.
La votación podría llevarse a cabo este mismo fin de semana, y todo indica que podría abrir un nuevo capítulo en la crisis política de Brasil. Si el juicio es aprobado por la cámara baja, la iniciativa pasaría al senado, que tomaría la decisión final. En caso de que el senado decida avanzar con el juicio político, Rousseff sería separada de su cargo y Michel Temer, vicepresidente de Brasil, la sustituiría en sus funciones.
Rousseff y sus aliados argumentan que el juicio político equivale a un golpe de Estado. Sus opositores, que han sido incapaces de destituirla por cargos de corrupción, ahora intentan enjuiciarla por la manipulación del presupuesto al usar fondos de los bancos del Estado para cubrir brechas en el presupuesto. (Rousseff es un caso atípico entre los principales personajes políticos de Brasil, pues no ha sido acusada por enriquecimiento personal).
“La historia no perdona los actos de violencia en contra de las democracias”, dijo el lunes José Eduardo Cardozo, el procurador general, en defensa de la presidenta de Brasil, y describió los debates de la comisión como “el golpe de 2016”.
Aunque se esperaba que la decisión avanzara sin contratiempos en la comisión —donde eran más los votos en contra de Rousseff—, el resultado del voto de la cámara baja aún no está definido. Casi todos los días surgen sorpresas, como la petición del Supremo Tribunal Federal, la última instancia judicial del país, de que el congreso también considere el juicio político para el Vicepresidente Temer.
Este lunes se dio a conocer una grabación de 15 minutos protagonizada por Temer, en la que aboga por un gobierno de “salvación nacional”, que sorprendió a la clase dirigente brasileña. Aparentemente, la publicación de la grabación estaba planeada para después de la votación de la cámara de diputados en pleno.
La oficina de Temer dijo que la grabación —que fue distribuida entre los legisladores del Partido Movimiento Democrático Brasileño, al que pertenece el vicepresidente— se publicó por accidente. Por su lado, la oficina de Rousseff respondió rápidamente y dijo que la grabación era un esfuerzo para desestabilizar al gobierno.
“Ha caído la máscara del conspirador”, dijo Ricardo Berzoini, uno de los principales aliados de la presidenta, a los medios de comunicación.
La popularidad de Rousseff sigue a la baja mientras el país vive una de sus peores crisis económicas. Sin embargo, también hay escepticismo frente a los líderes políticos que quieren remplazarla; un reflejo del malestar que existe en contra de la clase política brasileña que se ha visto envuelta en escándalos de corrupción.
Según un sondeo realizado el 7 y el 8 de abril por Datafolha, una de las encuestadoras más importantes de Brasil, el apoyo al enjuiciamiento de Rousseff disminuyó a 61 por ciento. La medición incluyó entrevistas a 2779 personas y tiene un margen de error de dos por ciento.
Hace tan solo tres semanas, Datafolha informó que 68 por ciento de los brasileños estaban a favor del juicio político.
En los días previos a la votación en la Cámara de Diputados, el Expresidente Luiz Inácio Lula da Silva ha emprendido una lucha apasionada para asegurar apoyo para su atormentada sucesora entre los legisladores.
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