Los simpatizantes del aspirante socialista piden que la viuda sea candidata a la vicepresidencia.
Los restos mortales de Eduardo Campos, el exgobernador de Pernambuco y candidato socialista a la presidencia de Brasil han sido enterrados la noche de este domingo en Recife en medio de un ambiente que mezcló política, folclor y fe. La Policía Militar ha dicho que cerca de 130.000 personas han participado en el funeral y entierro del líder del PSB, que falleció el 12 de agosto en un accidente aéreo.
Los militantes del partido y los admiradores de Campos alternaron consignas políticas con cantos religiosos durante todo el recorrido que hizo la marcha fúnebre desde el Palácio do Campo das Princesas hasta el cementerio de San Amaro. En un momento cantaban Entra en mi casa para inmediatamente después cambiar al himno nacional o lanzar críticas a la presidenta Dilma Rousseff (PT). El grito de “fuera Dilma” se escuchó en varias ocasiones, incluso después de que la mandataria abandonara la ciudad. Por la mañana, la presidenta participó en la misa, donde fue abucheada por poco menos de un minuto cuando apareció en las pantallas que transmitían el velorio del socialista. El evento estuvo fuertemente marcado por una frase que Campos dijo en una entrevista en la víspera de su muerte: “No vamos a desistir de Brasil”.
Los simpatizantes de Campos gritaron exigiendo justicia y cantaron jingles de la campaña del exgobernador y pidieron que su viuda, Renata Campos, entre en la disputa presidencial como vicepresidenta en la fórmula que encabezará Marina Silva. “Es todo o nada, Marina y Renata”, pidieron a toda voz. La posibilidad de que Renata entre a la campaña electoral fue descartada por su cuñado, Antônio Campos.
Cuando Silva llegó al cementerio, los electores decían: “Brasil para enfrente, Marina presidente”. Abatida, la exsenadora caminaba despacio con un ramillete de flores en las manos y asentía tímidamente para la población. El féretro fue enterrado al lado del sepulcro del abuelo de Campos, el también exgobernador Miguel Arraes. Posteriormente, fuegos artificiales se lanzaron por 20 minutos.
Música y conciliación
Poco antes del entierro, aún en el velorio, un grupo de artistas locales hizo un mini espectáculo para el público que acudió a la plaza de la República, frente a la sede del Gobierno. Entre los músicos estaba el famoso pernambucano Alceu Valença, amigo de Campos. “Tal vez ni todos sepan, pero Eduardo era muy simpático y alegre. Él hizo una revolución en Pernambuco”, dijo poco antes de cantar Madeira que cupim no rói, una canción tradicional local que era una de las favoritas del socialista. El público que acompañó el evento coreó cada verso. La viuda de Campos, que pidió a los artistas hacer la presentación, también cantó las canciones que alegraban a su marido. A su lado, Marina Silva lloraba.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, amigo de Campos, acudió al velorio y lloró mucho al lado de la viuda y de los familiares del excandidato. Al menos diez gobernadores y 12 senadores acompañaron los homenajes al aspirante.
Este domingo fueron sepultadas las otras seis víctimas del accidente del avión bimotor que cobró la vida a Campos el pasado miércoles. El asesor de prensa Carlos Percol, el fotógrafo Alexandre Severo y el cineasta Marcelo Lyram fueron enterrados en Pernambuco. El asesor Pedro Valadares fue sepultado en Sergipe, mientras los pilotos Geraldo Magela Cunha y Marcos Martins fueron para Minas Gerais y Paraná, respectivamente.
Después de las exequias al exgobernador, el PSB comienza la discusión para la elección del candidato a vicepresidente. El más cotizado, conforme fuentes del partido, es el diputado por Río Grande do Sul Beto Albuquerque, quien era uno de los portavoces de Campos y amigo de Marina Silva. También aspiran la exalcaldesa paulistana Luiza Erundina, el exdiputado federal Maurício Rands y el primer secretario de los socialistas, Carlos Siqueira. Los dos últimos eran los actuales coordinadores de la campaña de Campos. La decisión oficial será anunciada después de una reunión el próximo 20 de agosto en Brasilia.
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