Todas las resmas de papel del mundo son insuficientes para denunciar el imperialismo agresivo de Chile. Es un país tercermundista, y desde Diego Portales hasta Pinochet tienen la convicción que deben ser un país hegemónico, imperial. Eso explica perfectamente las palabras impropias en un demócrata pronunciadas por Piñera. Su ambigüedad delata la real actitud de Santiago. Si no le dan la razón, pateará el tablero. Por eso dice: “no habrá corredor para Bolivia si perdemos en La Haya”. Lógico. Ese corredor será una frontera más que les dificultaría su incansable caminata hacia el norte. Es una lástima que en la guerra con Chile no los destrozáramos en Chorrillos cuando los tuvimos a nuestra merced en esa noche siniestra de embriaguez del 24 de marzo de 1881.
Cáceres siguió empeñado en darnos la victoria. Huyó a la sierra y salvó el honor nacional en cuatro periodos como se relata en sus memorias editadas por Julio C. Guerrero. Esos periodos de la campaña de la Breña fueron la entrada con su ejército en Ayacucho; el de la organización del ejército en esa ciudad, el de las operaciones en el norte y el de la organización de un nuevo ejército. Fue un gran militar y un gran héroe. Impecable hazaña la suya al reorganizar sus fuerzas castrenses en Ayacucho. Llegó a tener cuatro mil hombres. Se le sumaron comunidades indígenas. Aniquiló a las tropas chilenas en Marcavalle, Pucará y Concepción. Si hubiéramos tenido como líder del ejército a Cáceres desde abril de 1879, otro habría sido el destino del Perú. Chile habría caído de hinojos y no habría habido presidentes hablantines como Piñera (Con información del diario Expreso).
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