sábado, 27 de agosto de 2011

La muerte de un joven de 16 años en la huelga de Chile agrava el conflicto

El presidente Piñera acepta dialogar con la central sindical y los estudiantes 

 La muerte de un adolescente durante las protestas en Santiago la noche del jueves agrega un ingrediente complejo al ya tenso clima político y social que vive Chile. El joven, de 16 años, falleció tras recibir un balazo en el tórax y, aunque todavía no está claro quiénes fueron los responsables del disparo, fue el peor de los epílogos para dos días de un paro general convocado por el mayor sindicato del país, que fue apoyado por 80 organizaciones, estudiantes y partidos de la oposición.

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El conflicto ha llegado hasta tal punto que el presidente Sebastián Piñera dio ayer un giro a la estrategia del Gobierno y aceptó dialogar en el palacio de la Moneda con todos los actores involucrados para dar solución a los problemas educativos que reclaman los estudiantes. "Es lo que la inmensa mayoría de los chilenos espera y exige de nosotros", indicó el gobernante.

Hasta ahora las conversaciones con los estudiantes y profesores no las había llevado directamente el presidente, sino sus ministros. De hecho, la táctica del Gobierno era que el diálogo con los jóvenes y docentes se realizara en el Congreso Nacional, donde se discutirían varios proyectos de ley que intentan dar respuesta a las demandas ciudadanas.

Manuel Gutiérrez Reinoso, el joven fallecido, era uno de esos alumnos de Secundaria y soñaba con ser el primer universitario de su familia. Según varios testigos, caminaba junto a su hermano y un amigo por el barrio de Macul, donde grupos de vándalos se enfrentaban con la policía, cuando fue alcanzado por una bala de grueso calibre.
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 "Apareció un auto de los carabineros y comenzaron a disparar. Hicieron tres disparos y uno de ellos le dio a mi hermano, quien cayó al suelo. Él me decía que no me preocupara, que iba a estar bien", relató Gerson Gutiérrez, de 22 años. El joven fue trasladado rápidamente a un hospital cercano, que se encontraba sin luz por los cortes de electricidad. Allí falleció horas después.

El subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, indicó que el tiroteo se produjo en el marco de un enfrentamiento, aunque luego el Gobierno matizó y llamó a no especular sobre los responsables de la muerte de Manuel Gutiérrez y esperar a los resultados de la investigación. La policía chilena negó tajantemente su relación con este confuso incidente: "Descarto de plano la participación de los carabineros, al menos disparando armas de fuego contra un joven de las características y en las circunstancias que hemos conocido", dijo el general Sergio Gajardo.

Pese a los llamamientos a la templanza del Gobierno y la versión policial, tanto familiares del joven fallecido como testigos de su muerte insisten en que fueron policías uniformados los que realizaron tres disparos desde un vehículo institucional. "No hay ninguna duda, porque yo los vi y no soy el único que vio que eran carabineros", recalcó Gerson Gutiérrez, que era transportado por su hermano en una silla de ruedas. La madre de ambos jóvenes, Mireya Reinoso, pidió entre lágrimas que se haga justicia: "Nada me devolverá a mi hijo, pero creo que podrían haber disparado al aire. Esto no le puede pasar a nadie".

La Brigada de Homicidios y la fiscalía investigan los hechos. El portavoz del Gobierno, Andrés Chadwick, no descartó visitar a la familia del joven muerto y le ofreció la ayuda del Ejecutivo. Con relación a los últimos actos de violencia que han golpeado al país en las 48 horas del paro general, dijo: "El Gobierno va a combatir esta violencia, no la vamos a permitir, no la vamos a dejar pasar".

Durante las dos jornadas de huelga, hubo 1.349 detenidos en diferentes ciudades de Chile, la mayoría por desórdenes graves en la vía pública y robos. Además, 153 policías y 53 civiles resultaron heridos. Los convocantes a la huelga han rechazado la violencia. El jueves, cuando las marchas pacíficas culminaban en diferentes ciudades del país, fueron los mismos manifestantes los que se enfrentaron a los vándalos encapuchados que atacaban a la policía.

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