viernes, 9 de septiembre de 2016

Ignacio Villa Grandes Cantantes de Boleros

Ignacio Villa, conocido como Bola de Nieve, marco pauta en el romanticismo cubano: Si me pudieras querer. Entre las mujeres podemos señalar a Xiomara Alfaro, autora de Siboney.






Ignacio Jacinto Villa Fernández (Guanabacoa, Cuba, 11 de septiembre de 1911 - Ciudad de México, 2 de octubre de 1971), más conocido por su nombre artístico de Bola de Nieve, fue un cantante, compositor y pianista cubano.



Los padres de Ignacio Villa fueron Inés Fernández, ama de casa, y Domingo Villa, cocinero de una fonda. Ignacio tuvo doce hermanos y aunque las condiciones económicas en que vivían no fueron las más favorables, sí participaban en el ambiente festivo criollo de la villa, lo cual marcó la personalidad creadora, la bohemia y la alegría del artista.




Se matriculó en el Conservatorio Mateu a los ocho años y en 1923 comenzó a estudiar solfeo y teoría musical. Su aspiración era ser doctor en Pedagogía y en Filosofía y Letras, pero cuando se matriculó en 1927 en la Academia Normal para Maestros, la crisis que provocó el gobierno de Gerardo Machado le hizo dedicarse a la música para vivir.




Tomó elementos rítmicos y la manera tan particular de acompañarse al piano de los discos de la pianista cubana María Cervantes (1885-1981) ―su mayor y verdadera influencia, dicen especialistas







Los orígenes de su apodo se dividen en dos opiniones. Para muchos, lo ideó Rita Montaner en una noche de espectáculo en el habanero Hotel Sevilla en 1930 o 1931, cuando la acompañaba al piano en "El manisero" y "Siboney". Para otros, como el periodista Fernando Campoamor, fue idea de un médico del barrio, Carlos Guerrero. Las historias populares cuentan que a Ignacio le molestaba el apodo, ya en la época en que aún no era famoso, cuando en su barrio esperaba ante el Teatro Carral para sustituir al pianista de la función cuando éste faltaba, o bien para acompañar los filmes mudos que por entonces allí se proyectaban. Los muchachos del barrio, en burla, lo llamaban por los motes de "Bola de Fango" y "Bola de Trapo". No obstante fue realmente Rita Montaner quien hizo popular el apodo, que se vio por primera vez escrito en público en México, cuando la cantante hizo que pusieran en el cartel de presentación: "Rita Montaner y Bola de Nieve".




A finales de 1929 se presentó como aficionado en un espectáculo en el Teatro Nacional de Cuba imitando al alemán José Bohr, pero no tuvo un gran éxito.








Su primer contrato como profesional fue con la banda de Gilberto Valdés, que tocaba en el cabaret La Verbena en Marianao. Una noche de presentación en 1933 en La Habana, en el bar Biltmore del hotel Sevilla, Rita Montaner quedó impresionada con su música, tanto que lo contrató como acompañante. Partieron entonces para México y allí, ante las 4000 personas que llenaban el Politeama, improvisó "Tú no sabe inglé, Vito Manué" (de Eliseo Grenet y Nicolás Guillén), sustituyendo a la artista que debía interpretarlo, es decir, la misma Rita Montaner. Su éxito fue enorme y desde entonces, aunque la Montaner había regresado a Cuba en el mismo 1933, continuó tocando en lugares como los teatros Principal, Lírico y Cine Máximo. En este último tocó por primera vez con el pródigo Ernesto Lecuona, quien se convirtió en su asiduo espectador y llegó a convencerle de que retornara a su Cuba natal, a tocar el piano para el público cubano.






Éxito en La Habana y en escenarios internacionales


Al llegar a La Habana tocó junto a Lecuona en el teatro Principal temas compuestos por éste, como "El cabildo de María la O" y "Como arrullo de palmas". Continuó en una gira por la isla y en 1936, como parte del elenco del compositor que lo había lanzado en Cuba, paseó su arte por toda América Latina, Estados Unidos, Europa, Rusia, China, Corea, además de participar en algunas grabaciones con ellos... Compartió escenario con grandes artistas, como la española Conchita Piquer; Teddy Wilson, Art Dayton y Lena Horne en Filadelfia; Ary Barroso y Dorival Caymmi en Brasil; la cubana Esther Borja; la argentina Libertad Lamarque...







La primera ocasión en que cantó exclusivamente composiciones de su autoría fue en la ciudad de Matanzas, donde interpretó temas como "Carlota 'ta morí" y "Mamá Inés", que rendía honor a su propia madre. En 1950 se inició en la cadena de radio cubana CMQ "El gran show de Bola de Nieve", en el que cantaba acompañado por una orquesta e invitaba a artistas nacionales e internacionales de renombre. El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 no disminuyó su actividad y nada se le impidió, incluso ofreció conciertos gratuitos. Aun prudente en temas políticos, simpatizó con la revolución y continuó dedicándose a su arte y a expandir la música cubana por el mundo.









En 1965 el restaurante Monseñor del centro de la capital cubana fue reparado y convertido en el Chez Bola. Este sitio se convirtió en habitual para sus actuaciones y le permitía estar más cerca del público. Bola de Nieve cantaba principalmente en español y cuando era preguntado por su nacionalidad, siempre se definió latinoamericano, aunque también interpretó numerosas canciones en inglés, francés, italiano, catalán y portugués.


Visitó Argentina en 1937 y actuó en LR1 Radio El Mundo de Buenos Aires.



Bola de Nieve padecía de diabetes y asma y en enero de 1969 se le descubrió una cardiopatía arteroesclerótica. A pesar de un infarto que sufrió en 1970, declaraba "los trastornos que me está ocasionando la diabetes no me incapacitan para continuar martirizando al piano y a mi público". Su última actuación fue el 20 de agosto de 1971 en el teatro Amadeo Roldán, durante un homenaje a Rita Montaner. Apareció en la televisión por última vez en el programa musical "Álbum de Cuba", un día después de haber cumplido 60 años. Chabuca Granda junto a amigos y admiradores le preparaban un homenaje en Perú y, antes de partir, concedió una entrevista en Radio Habana Cuba que sería la última.




El primer disco de Bola de Nieve fue un LP que se lanzó en 1953 bajo el sello de RCA Víctor Mexicana, con arreglos y orquestación de José Sabre Marroquín. En él interpretó composiciones de María Grever, Vicente Garrido, Adolfo Guzmán y del propio Bola.



A finales de la década del 50 la firma española Montilla, durante una gira a través de Europa, le propuso grabar su segundo LP, que contenía solamente composiciones de autores cubanos.








En la siguiente década grabó en Cuba bajo los sellos Egrem y RCA Víctor Cubana. A principios de los setenta, transitó dentro del mercado mexicano el disco El inolvidable Bola de Nieve, en el que, entre otras canciones, había una compuesta por John Lennon: "Es tan difícil".





En 1980 la discográfica mexicana Discos Fotón editó los LP y cassettes Bola de Nieve 1 y 2 con grabaciones originales colectadas en Cuba por el productor argentino-mexicano Modesto López.



En 1995 la casa de discos catalana Discmedi lanzó un disco compacto titulado Show de Bola de Nieve, con grabaciones hechas en directo, y en el 2003 la también española Nuevos Medios lanzó la recopilación Bola de Nieve.




Las realizaciones de Discos Fotón han sido reeditadas recientemente por Ediciones Pentagrama y añadieron dos temas que no se encontraban en el original. En esta ocasión, se presentan fotos de Bola de Nieve y Óscar Castro ilustrando la portada.








En algunas ediciones en CD de las grabaciones de los Lecuona Cuban Boys, aparece cantando y tocando el piano en algunas piezas.




Villa era homosexual. Nunca fue objeto de las persecuciones a los homosexuales frecuentes durante el régimencomunista; de hecho, apoyaba el régimen castrista. Nunca se hizo pública su orientación sexual sino después de su muerte.  El escritor Reinaldo Arenas, en su autobiografía "Antes que anochezca", lo menciona, así como le designa que "era el calestero del Partido Comunista", por su apoyo al gobierno cubano.



Rene Cabel Grandes Cantantes de Boleros

Ernesto Lecuona y Rafael Hernández cada uno desde su maestría en la música lo invitaron a cantar su repertorio. Fue el primer artista que tuvo un programa propio en la radio cubana y le correspondió estrenar piezas clásicas del género bolerístico como Nosotros, de Pedrito Junco. Junco murió al día siguiente de ser interpretada.






Aquel cantante que entraba directo al despacho presidencial del mandatario de su tiempo, pues era amigo personal de Carlos Pío Socarrás, en su muerte ocurrida el 3 de abril en Bogotá, prácticamente ha sido ignorado. 




Ese es el contraste de la fama escurridiza y efímera de los artistas que no mueren encima de la tarima de espectáculos.



De Cabezas a Cabell Nació René José de Jesús Cabezas Rodríguez el 9 de marzo de 1914 en Alquizar la misma tierra del compositor Luis Marquetti. De niño lo llevó su familia a La Habana, donde empezó a destacarse en el canto. 








El profesor que le perfeccionó la voz de tenor dramático fue Arturo Gobbi, quien se había quedado en Cuba, después de dejar la dirección de los coros que acompañaron a Enrico Carusso en su visita en 1919.



Después de dos o tres intentos con la ópera se concentró en los boleros y las canciones, decisión de la cual nunca se arrepintió. Lecuona fue de sus primeros descubridores y triunfó con él en el Teatro Nacional al quedar incorporado al elenco por su interpretación Yo quiero que tú sepas.








Radio e imagen René Cabell fue uno de los artistas más solicitados de la radio desde 1933 cuando cantó en Radio Salas y en la CMBD, de Gaspar Pumarejo. Al piano le acompañaron los mejores: René Touzet, Juan Bruno Tarraza, Julio Gutiérrez y Orlando de la Rosa, que era el que más le agradaba, pues incluso le ayudaba con algunas letras. 




Con orquestas también tuvo el respaldo de las más destacadas: Los Hermanos Castro, Los Hermanos Palau, La Casino de la Playa, la de Alberto Brito y la que dirigía el brillante maestro González Mantici.







Además grabó con La Habana Casino, La Riverside y fue el cantante principal de la orquesta de Julio Gutiérrez, a quien le grabó su bolero Inolvidable.
Con solo 23 años de edad ya andaba por México, donde grabó para discos Peerless. En ese país impresionó a Rafael Hernández, quien después vino a grabarle a Cuba 40 registros, casi todas composiciones del maestro boricua y de las cuales alcanzaron resonancia: Despecho (Odiame), Lejos de ti y Pobre gitana.








En Colombia El arte llevó al tenor a viajar constantemente a Brasil, Argentina, Chile, Venezuela y Puerto Rico, donde alternó con el gran cantante nacional Carlos Julio Ramírez. Invitado a Colombia por la cadena Kresto, actuó en las principales ciudades del país. 




En Medellín convenció a Willian Gil para que contratara a Benny Moré en el año de 1955, en cambio de la Sonora Matancera, que era el plan inicial del empresario de la Voz de Antioquia. 







Por esos tiempos Cabell ya había cantado en la NBC y en Cuba le otorgaron un programa de televisión Cita con René Cabell , por el cual pasaron entre otros: Cantinflas, Arturo de Córdoba, María Félix, Pedro Vargas, don Agustín, y los más apreciados artistas nacionales.



Aunque se exilió en 1961, nunca fue sectario. Regresó a Cuba a contratar artistas Tropicana, Tata Gines, Bobby Carcassés, etc. o para visitar a su hermana enferma, y se sorprendió de la buena calidad y sin costos alguno, de la delicada operación que le fue practicada.








Radicado en Colombia a partir de 1964, cantaba ocasionalmente, fue empresario artístico y comercializador internacional de café colombiano.
Poco después de cumplir los 84 años, el 9 de marzo, sucumbió a un prolongado proceso diabético que le cortó la vida el día viernes 3 de abril de 1998. Honor a quien bien lo merece y que perdure su obra.



jueves, 8 de septiembre de 2016

Charlie Figueroa Grandes Cantantes de Boleros

Para aquellos discoyentes de America, amantes del suave ritmo de los boleros antillanos al estilo "sonora" que impuso ampliamente hace más de 20 años en San Juan de Puerto Rico, aquel inmenso artista PEDRO FLORES, la aparición de un apuesto joven borincano, primero como vocalista de la Orquesta del desaparecido músico Rafael  Muñoz y más tarde como triunfador en América musical, marcó una inesperada dimensión en este mundo del entretenimiento popular de las canciones en aquel estilo.






Aquel jovencito, amigo de la "bohemia" hasta perder la cabeza por ella "fue, Charlie Figueroa!
Memorables sucesos fueron sus selecciones que, grabadas en Nueva York con un conjunto de músicos portorriqueños llamado Sonora Malecon Club", situó al joven trovador en un admirable sitio, que sólo su prematura desaparición, hizo eclipsar bruscamente. 






El caso de Charlie Figueroa, interpretando boleros del inspirado compositor colombiano Jose Barros, fue algo que hizo impacto sensacional en el correo internacional de la música! Siendo portorriqueño, Charlie Figueroa llegó a incorporarse como cosa "muy colombiana" con esos estupendos textos de Jose Barros.



Charlie obtuvo su consagración definitiva con temas escritos por José Barros como: Desgraciadamente", "Negra Fatalidad”. “A Buen Precio", "No Pises Mi Camino", “Como Tu Reias" y por último, ese precioso capítulo romántica Busco Tu Recurdo donde la fama continental, saludó como distinguido nuevo astro, al cantante. Por ahí mismo, la firma de José Barros, como autor de tales números musicales, conoció más de un millón de aplausos!








La nostalgia de un texto... la tesitura especialmente "diseñada por el cantante de tal argumento todo, hizo posible la aparición dé ricas emociones, en el cancionero popular americano



Así seguía el novel cantante Charlie Figueroa, enviando "cartas triunfales" por todos los aires de América; las notas claras y frescas de su voz antillana, a través de más de mil noches diferentes, cruzaban senderos de amor y admiración por doquier. CHARLIE lo mimo era romántico que chispeante; su sonora inspiración criolla, le permitían interpretar con igual propiedad, una canción, una guaracha, una plena o un porro. Como descubrimiento de "DISCOS FUENTES" poseía las condicionas especiales de un artista polifacético. Pero un día en plena trayectoria de sus 20 y tantos años, recibió prudentes consejos médicos de divorciarse un poco de su vida noctívaga, pero casado como estaba irremediablemente con su cautivadora vida bohemia, CHARLIE se encogió de hombros... afinó aún más su hermosa voz y emprendió raudo, ti viaje del éxito, con muchas grabaciones y presentaciones personales en Clubes Neoyorkinos.






Como presintiendo que estaba llamado a ser "UN RECUERDO TEMPRANO" en el corazón de todos aquellos que le admiraban y aplaudían, cumplió como un gallardo y honrado jugador, su cita final con el romance y la música, tanto así, que NO PISES MI CAMINO" fue su última interpretación y tuvo que efectuarla en los estudios de grabación, sentado, pues la mortal dolencia que lo agobiaba, lo había ya vencido del todo!








Muy pocos días después de esta grabación, y antes de llegar a dos docenas de años cumplidos, Charlie Figueroa, el portorriqueño con "alma colombiana" en sus boleros, dejó los estudios. .. dejó la bohemia... los escenarios... los aplausos... absolutamente todo, y se hundió para siempre en el insondable misterio de la muerte.






Sus canciones quedaban girando por todos los ámbitos de America y... como los ecos de una leyenda, así quedó detenida en el reloj eterno del tiempo, esta breve vida.


Charlie Figueroa se marchó temprano... Absurdamente Temprano... antes... MUCHO ANTES QUE FLORECIERAN SUS CA
NCIONES!


Antonio Machín Grandes Cantantes de Boleros

Nacido en Cuba en 1903, Machín interpretó cerca de 2.000 temas. Antonio Machín llegó a España cuando los nazis se disponían a invadir su amado París. Corría entonces el año 39 y las caras negras que se veían a este lado de los Pirineos no debían de ser más de 10 o 12. Negritos, que se les llamaba, solo había en las huchas con las que los niños postulaban para las misiones.Salvo una minoría, que no era otra cosa que la excepción que confirmaba la regla, todo el mundo simpatizaba con ellos.





Antonio Machín - El manisero




En pocos años, Machín llegó a ser tan adorado como las reinas de la copla y demás géneros autóctonos. Se decía que cantaba con el corazón en los labios. Siempre moviendo sus maracas, éstas acabarían inspirando el lenguaje popular. Hombre de mundo y antiguo bon vivant, su elegancia era la que se estilaba en La Habana con anterioridad a la entrada de Fidel.




Próximo a cumplirse el 25 aniversario de su fallecimiento acaecido el 4 de agosto de 1977, el hombre que arrulló con sus boleros los amores de tres generaciones de españoles ha inspirado al periodista Eduardo Jover que fuera su yerno una biografía de inminente aparición. Se enmarca dicho texto dentro de un proyecto que también incluirá una película, un vídeo y DVD y un álbum recopilatorio de sus canciones más aplaudidas.








Machín, que en realidad era mulato, nació en Sagua la Grande (Villa Clara, Cuba), el 8 de febrero de 1903, aunque él acostumbraba a celebrar su cumpleaños el 17 de enero. Fueron sus padres un emigrante gallego,
José Lugo Padrón, y una negra cubana, Leoncia Machín. Su infancia, según declararía el artista a una periodista española en una de la muchas entrevistas recogidas por Jover, fue «bastante feliz dentro de lo que cabe: dentro de la posición de mi familia, que no eran ni muy ricos ni muy pobres».








Doña Leoncia alumbró alrededor de 15 vástagos el número exacto, al igual que la fecha de nacimiento del cantante, le ha sido imposible de dilucidar a su biógrafo . Los primeros hijos vinieron al mundo en la hacienda de la que su padre era dueño. «Pero Antonio se presentó en este mundo en un mal momento y con muy mala salud», apunta Jover. La Guerra de Independencia, puesta en marcha por los mambises bajo los norteamericanos, había acabado con la prosperidad familiar. «Un día prendieron fuego a la plantación no se sabe si los cubanos o los españoles con la cosecha ardieron los almacenes, los aperos, la casa,todo (..).
Sobre la vida desahogada y feliz de los Lugo Machín se cernió la sombra de la ruina». Ello no impidió que el artista siempre recordara a su madre, cuando no estaba embarazada,bailando.






No hay duda de que fue doña Leoncia a la que el artista quiso tanto como a su hija quien inculcó en el pequeño Antonio la pasión por la música. «A los siete años, mi madre me enseñó una canción, La tísica y me llevaron a un escenario donde tuve bastante éxito». En 1911, el párroco de Sagua le pone a cantar en su altar mayor. En cierta ocasión, con motivo de una fiesta benéfica, interpreta el Ave María de Schubert subido a una silla: se gana el aplauso de toda la población. Acaso consciente de que la única redención posible para los negros es
la música, olvida sus sueños infantiles, en los que se veía abogado o ingeniero y,adolescente aún, está decidido a ser cantante.



Aprendiz de todo y oficial de nada, pasa de hacer recados a ayudar en una sastrería, pero él prefiere hacerle el yeso a un maestro albañil. Mientras se entrega a ambas ocupaciones, sigue soñando con la canción. Llega a escaparse hasta tres veces con los músicos ambulantes que pasan por su ciudad camino de La Habana. 






Cuando está en Sagua canta por las propinas y requiebra a las muchachas con sus canciones. «Uno tuvo su encanto, chica, no vayas a creer que fui siempre tan viejo», recordaría con el correr del tiempo a su hija. «Además, ya sabes cómo es Cuba, con ese aire, y ese calor, y eso olores, y el aroma de las mariposas»...Cuando
Machín cumple 20 años, su mayor deseo es cantar ópera. Aunque no tarda en comprender la imposibilidad de su anhelo siendo negro, su repertorio quedaría reducido a Otelo , estudia bel canto.



Llega el cantante a La Habana en 1926 e, inmediatamente, se pone a ofrecerse a los tríos de músicos que actúan en los cafetines para hacer la segunda voz. Como nadie le conoce, no consigue meter la cabeza en aquel mundillo. Lejos de arredrarse ante la adversidad, comienza a buscar trabajos en edificios en construcción.






En uno de ellos da con un capataz sevillano que simpatiza con él. José Martínez, el andaluz en cuestión, en palabras de Jover, habría de ser para Machín «una especie de ángel tutelar (...).Es curioso comprobar los vínculos que ya desde entonces, y sin conocer todavía la ciudad andaluza, Machín tuvo con Sevilla». Muchos años después (1943), el cantante se casaría con una cordobesa afincada allí.



Aún albañil en La Habana, cuando acaban en el tajo, Antonio y José, todo un noctámbulo, frecuentan los cafetines, tabernas y quioscos de la ciudad. El sevillano, un figura en dichos ambientes, introduce en ellos a Machín. Más aún, el día que el artista le dice que quiere dejar la espátula para cantar, es Martínez quien le presenta a un amigo guitarrista Miguel Zaballa , «la mejor voz de segundo de la trova cubana», quien no dudó en asociarse con Machín. La reputación del dúo fue creciendo entre los señores, cuyas fiestas animaban.





Pero el destino del artista estaba en una emisora a la que acudió a cantar. Allí coincidiría con Don Azpiazu, en opinión de Jover, «el hombre que iba a cambiar su vida catapultándolo vertiginosamente hacia el éxito, la fama y el dinero».



Era Azpiazu el director de la Orquesta del Casino Nacional de La Habana. Fascinado con la voz de Machín, lo contrató como segundo cantante. Pese al puesto y pese a que por aquel entonces la sala era más racista que el Cotton Club los negros ni siquiera podían entrar a trabajar , Antonio no tardaría en medrar. Además de ser la primera voz de color que animó el Casino, supo ganarse a su público hasta el punto de que a las pocas semanas, ya cobraba la fortuna de diez dólares al día. 






Corría el año 29 y fue entonces cuando al artista se le
ofreció el primer contrato para venir a España. Parece ser que Machín declinó la oferta por discrepancias con Zaballa y prefirió partir a Nueva York.



Cuando el cantante llegó a ella, la ciudad de los rascacielos vivía las postrimerías de lo que Scott Fitzgerald fue a llamar «la era del jazz». Empezaba el año 30 y el crack que meses antes asolara Wall Street seguía causando estragos. 



Quizá por ello, el 26 de abril, el artista fue tan bien recibido en su presentación en el Palace de Broadway. Recuerda Jover que «Antonio Machín decía y así consta en más de una entrevista que jamás tuvo problemas de racismo en Norteamérica, porque hablaba español y los negros hispanos no estaban mal vistosentonces». 
Máxime si sus canciones se convertían en un fenómeno social capaz de hacer olvidar la deprimente realidad económica.



Ése fue exactamente el caso de El manisero, primera grabación cubana de Machín, que, en su versión norteamericana para la RCA, vendió más de un millón de discos. Es de entonces de cuando se conserva el primer recuerdo nítido de sus maracas.






Sostienen muchos de sus admiradores que los años que siguieron, junto con los 15 primeros de su etapa española, musicalmente hablando, fueron los mejores. Con el cuarteto, el sexteto o el septeto, bien con su propia orquesta o bien con la de Azpiazu, las grabaciones se suceden. Piezas de entonces son Aquellos ojos verdes, A chapear nos manda el mayoral, Mamá Inés, Reina guajira,
Mamá, yo quiero un yoyo, A Baracoa me voy... Jover mantiene que ni Bing Crosby grabó tantas canciones en aquel tiempo.



Pedro Heredia, el primer biógrafo de Machín, estima que el cantante abandonó Nueva York en 1935, para seguir los pasos a Delita, la bailarina que le inspiraba en aquel tiempo. Sin embargo, habida cuenta de que cuando Delita regresó a La Habana, Antonio se vino a Europa, Jover sugiere que pudieron ser los disturbios raciales desatados en Harlem aquel año los que hicieron que el vocalista cruzara el Atlántico. El recuerdo que guardaba del viejo continente era el de la tolerancia racial de París, ciudad que visitara en el 34 junto a
la orquesta de Don Azpiazu.








El primer destino de su segunda visita a Europa fue Londres.Un contrato para actuar en el teatro Adelphya le llevó a la capital inglesa. Su espectáculo de entonces, La vida empieza a las 8.40 conquistó a los londinenses, pero el artista ya estaba resuelto a instalarse en París.



Olvidada Delita, el cantante se enamoró de una francesa, Line.Con ella y con su orquesta realizaría una gira por Suecia. Estuvo a punto de instalarse en Estocolmo, pero el frío le hizo volver a París. De nuevo en la Ciudad de la Luz, el artista frecuenta la bohemia de Montmatre. Fue aquel un periodo del que nunca quiso hablar. La guerra habría de ponerle punto final.








«Siempre soñé con la tierra de mi padre (...). De pequeño, le oía con frecuencia contar las bellezas de los paisajes gallegos», declaró el artista. Aunque vino con el propósito de quedarse únicamente mientras durara la guerra, para volver con la paz a París, el amor que le inspiró España fue inmediato: «Decidí venir a esta bendita tierra en tan buena hora que aquí lo hallé todo».



Su primera actuación española tuvo lugar en Barcelona. Cataluña, junto con Sevilla, fueron sus lugares preferidos de nuestra geografía, pero cantó una y otra vez en todas las plazas. «En todas partes encontré y encuentro aplausos que nunca agradeceré bastante». Temas como Dos gardenias, Somos, Madrecita o Angelitos negros fueron a dar alegría al proverbial aburrimiento de la España franquista.








Muy probablemente, fue el primer negro que protagonizó un matrimonio interracial en este país. María de los Ángeles Rodríguez, su mujer, hizo de él un hombre hogareño: acabó viviendo en España más que en ningún otro lugar. Ya al final de sus días, mientras sus boleros empezaban a dejarse de escuchar, pudo ver cómo se le convertía en un rey del camp nacional.



Está enterrado en la Sevilla que tanto amó.



Antonio Machin vuelve a estar de moda con una biografía, una película y un disco. En realidad, el artista que con sus boleros tanto contribuyó a la natalidad española en los 60, ha seguido vivo 25 años después de su muerte. Su voz le salía del corazón desde que su madre le enseñó «La Tísica»




martes, 6 de septiembre de 2016

Barbarito Diez Junco Grandes Cantante de Boleros

Barbarito Diez Junco nació el 4 de Diciembre de 1909 en el extinto Ingenio San Rafael de Jorrín, Bolondrón, término municipal de Matanzas, en el hogar de Eugenio Diez y Salustiana Junco.



En 1913 se radicó en Manatí junto a su familia que servía al primer administrador del ingenio, Don Miguel Diez de Ulzurrún Marqués de Aguayo. Allí su padre trabajó como obrero agrícola y la madre como partera.




Barbarito Diez



En Manatí, mientras cursaba los primeros estudios, la maestra descubrió su voz privilegiada, desde ese momento sirvió de guía cuando se interpretaba el himno nacional. 




En la casa cantaba todo el día y se aficionó por las canciones de Miguel Matamoros. En la soledad del baño iba moldeando su voz que se atemperaba con el paso del tiempo, era entonces cuando algún vecino lo escuchaba y se corría la voz: “el negrito de Salú está cantando”, un numeroso grupo de personas se acercaban a deleitarse con su cantar.






Muy joven comprendió la necesidad de ayudar a su familia. Quiso ser sastre, pero a su padre no le agradó. A la muerte de éste, con solo 15 años, comienza a trabajar en el taller de maquinado del central, por una gestión de su hermano mayor, llegando a desempeñarse como mecánico en los periodos de zafra.




Cantaba en reuniones familiares y junto a los amigos dando serenatas, lo que le granjeó cierto reconocimiento a su talento.







Para esta época llegó a Manatí –por motivos familiares- el guitarrista mansanillero Carlos Benedelli de reco-nocida autoridad en el ámbito de la música. Fue la primera persona que validó la calidad vocal de Barbarito, lo que sin dudas influyó en su autoestima. 



Su debut como cantante ocurre en una actividad que Benedelli organiza en el teatro del pueblo durante su visita; recordando este hecho dice Barbarito: “allí , con el pueblo de Manatí delante, temblé y sentí miedo, pero canté y la reacción del pueblo fue la mejor, y yo me sentí felíz”… Esta actuación se repite en el teatro del Puerto de Manatí con el mismo éxito.






Como todo muchacho criado en un pequeño pueblo del interior del país tenía un enorme deseo: conocer la capital de la que tanto había escuchado hablar, su grandiosidad, pero sobre todo su vida cultural. 



Al terminar la zafra de 1928 hizo el primer viaje a La Habana y regresó para realizar la de 1929. En 1930 decide radicarse definitivamente en La Habana. A su llegada, el 11 de Mayo de 1930, no tenía ningún trabajo asegurado, sólo pensaba en abrirse paso en aquella ciudad que lo había deslumbrado desde la primera visita, pero donde nunca imaginó que triunfaría como cantante. 






Como le gustaba la música empezó a recorrer los lugares donde ensayaban los sextetos, agrupaciones de moda en aquel entonces. Alberto Rivera, un amigo que había conocido en su primer viaje, lo llevó a la calle Vapor No 7 esquina a Hornos, lugar donde ensayaba el Sexteto Matancero de Graciano Gómez y lo presentó como cantante. 



Acompañado por el sexteto cantó el bolero Olvido de Miguel Matamoros. De esto cuenta Graciano: “Un día Albertico, que era asiduo a los ensayos, me presentó a un hombre muy joven y muy serio y me dijo que cantaba, le pedí que lo hiciera, yo estaba buscando una voz prima pero no le dije nada, y el cantó. 






La voz de aquel joven no necesitaba de micrófono, cantó así como siempre lo hemos visto, sin apenas moverse, al día siguiente lo convencí para que se quedara en el trío, a esta invitación Barbarito respondió: Yo no sé tocar las claves, ni maracas, ni mucho menos guitarra; pero a mí lo que me interesaba era un cantante y por casualidad, ese día, encontré al mejor”. 



En efecto, Barbarito nunca aprendió los fundamentos del arte musical, pero demostró ser uno de los más afinados y consecuentes intérpretes.



Aceptó la propuesta de Graciano con la condición de volver a su trabajo en el central para fines de año. Graciano e Isaac Oviedo lo convencieron de quedarse alegando, que en Navidad y Fin de Año era cuando más trabajo había, él accedió. 






El grupo cambiaba de formato de según la demanda del momento. Barbarito, como voz prima, no sólo se limitó al trío sino que cantaba en cualquiera de ellos. Hay que destacar que el trío fue lo que más repercutió y estaba formado además por Graciano en la guitarra e Isaac Oviedo en el tres. Así hizo su debut profesional cantando sones, boleros, guarachas, pregones… solo tenía 21 años.




En el Café Vista Alegre se relacionó con importantes figuras de la música cubana, Antonio María Romeu, Eduardo Robreño, Sindo Garay, Gonzalo Roig  y otros. 



Al ser presentado a Romeu (1936) éste se asombró de su buena voz y medida musical. Robreño propone que comience a cantar en la orquesta de Romeu sin abandonar el trío y, en 1937, pasa a ser el cantante principal de dicha agrupación sin romper sus anteriores vínculos. Importantes agrupaciones de la época, como la orquesta Siglo XX y la de Frank Emilo, tuvieron también el privilegio de acompañarlo.







A partir de la unión de Romeu y Barbarito, se inició una nueva etapa en la música cubana. Se hizo posible que las obras de Caignet, Sindo Garay, Lecuona, los Hermanos Grenet… fueran herencia asentada en la memoria musical de los cubanos.



Con el fallecimiento de Romeu, la orquesta pasa a ser dirigida por su hijo y Barbarito. Cuando el primero se jubila, la agrupación adopta el nombre de Orquesta de Barbarito Diez.



En 1937 reliza su primera grabación con la orquesta de Romeu: Dime que me amas, de María Teresa Vera y Volví a querer, de Mario Blanco. Su discografía cuenta con más de 20 placas de larga duración.







Con su arte, pleno de innata cubanía, recorrió varios países: República Dominicana, Puerto Rico, Estados Unidos y Venezuela, donde se convirtió en un ídolo de multitudes. No era extraño que en los Hit Parades el Monarca del Danzón dejara atrás a Barbra Streisand, Danna Summer y Andy Gibb.



Después de recibir la jubilación continuó cantando, sólo la pérdida de su salud lo apartó del escenario. Con una trayectoria de 58 años, al fallecer el 6 de Mayo de 1995, contaba con las distinciones Por la Cultura Nacional Raúl Gómez García, además de la Medalla Alejo Carpentier y la Orden Félix Varela de Primer Grado entre otros muchos galardones, reconocimientos y trofeos, pero sobre todas las cosas, con el amor y la gratitud de generaciones de cubanos para quienes sigue viva La Voz de Oro del Danzón.